martes, 29 de abril de 2025

¿El trabajo dignifica?

Dentro de dos días es el día internacional del trabajador, un primero de mayo como cualquier otro, y esto es realmente lo que me preocupa. Un cuarto de siglo ha pasado ya desde que cambiamos de milenio, lo que significa que hace más de cien años que se consiguieron derechos laborales fundamentales como la jornada de 8 horas diarias. Derechos que costaron vidas y un sacrificio enorme de la clase obrera que gracias a las huelgas y a la lucha colectiva consiguió dar pasos de gigante para lograr una vida un poco más justa, aunque tampoco demasiado. ¿Realmente hemos evolucionado en esta materia?

No podemos negar que los avances en derecho laboral han sido un éxito en nuestro país, sobre todo después de la dictadura, cuando se consiguieron derechos fundamentales tan básicos como los de la huelga y de libertad sindical. En todo este periodo el mercado laboral ha sufrido cambios constantes, se han destruido millones de empleos a la vez que se creaban otros nuevos, ha nacido el teletrabajo, y la industria tecnológica acapara el mayor auge del mercado hasta la fecha. Pero no es oro todo lo que reluce. También ha aumentado la edad de jubilación, seguimos teniendo el desempleo juvenil más elevado de la Unión Europea, los salarios, a pesar de haber aumentado considerablemente los últimos cinco años, siguen sin equipararse al coste de la vida, y la jornada laboral ha disminuido apenas un 5% en sectores muy concretos y escasos.

Podríamos escribir una tesis doctoral sobre la evolución de los derechos laborales, pero seré breve y conciso. Llevamos más de un año escuchando debates a favor y en contra de algo tan superfluo como reducir la jornada laboral a 37,5 horas semanales (algo que gracias a los convenios colectivos ya existe en varios sectores productivos). Si hemos tardado tanto tiempo en hablar de trabajar media hora menos al día, podéis haceros una idea de lo descabellado que sería para algunos poner sobre la mesa la problemática de seguir sometiendo a la clase obrera a vivir para trabajar. Parece que ya ni si quiera la izquierda se atreve a cuestionar un sistema productivo capitalista en el que por muchos avances tecnológicos que haya la clase obrera sigue siendo esclava de una sociedad construida para satisfacer los caprichos de la minoría más poderosa.

La dignidad es un derecho humano que se posee por el simple hecho de haber nacido, y no se gana por matarse a trabajar. Así que respondiendo a la pregunta del título, evidentemente el trabajo NO dignifica a la persona, mucho menos si entendemos el trabajo como el simple hecho de vender tu fuerza productiva a otros para percibir a cambio un salario que muchas veces ni si quiera satisface tus necesidades básicas. Porque estamos tan alienados que se nos olvida que la fuerza de trabajo es mucho más que aquello que hacemos para producir y cobrar un salario, que las tareas del hogar también son un trabajo, al igual que muchas otras actividades que realizamos día a día y no se aprecian ni valoran.

Así que este primero de mayo por muy positivos que estén algunos celebrando pequeños avances os animo a recordar que dejar morir la lucha colectiva es darse por vencido y asumir que hemos nacido para ser productivos y morir sin haber hecho otra cosa que contribuir a un sistema que se nutre de las desigualdades. La clase obrera unificada es la única capaz de lograr grandes cambios, ya lo hizo la generación de nuestros abuelos, no dejemos que una minoría poderosa nos domine con discursos vacíos sobre la falsa meritocracia o los grandes esfuerzos que ha tenido que hacer un mil millonario para llegar donde está (heredar y explotar mujeres en Bangladesh no es un esfuerzo).

¿Y tú, prefieres seguir viviendo para trabajar, o trabajar para vivir?



martes, 22 de abril de 2025

Entre el cielo y el clero

Hace tiempo que quería publicar un artículo sobre la hipocresía de parte del catolicismo, sobre la distancia entre la fe y las instituciones religiosas. Me alegro de haber postergado esa publicación porque no se me ocurre momento más idóneo que este. Ha fallecido el Papa Francisco, jefe de Estado de Ciudad del Vaticano y la cabeza visible de la iglesia católica, un argentino que ha revolucionado un poco a la institución que representaba, llegando incluso a poner en su contra a la parte más conservadora del catolicismo.

Durante estos años he escuchado varios discursos del Papa hablando de las desigualdades sociales, de ayudar al prójimo (de verdad y no con intereses), acercándose un poco a colectivos que tradicionalmente han sido rechazados por la iglesia, y condenando actos tan deleznables como el genocidio en Palestina. Estas posiciones, que son propias de lo que considero una persona con dos dedos de frente y nociones básicas de derechos humanos, no han gustado a parte de los fieles más reaccionarios que han llegado incluso a renegar de la figura más importante de la religión que supuestamente profesan. Pero es que irónicamente el Papa, que era jesuita, se ha limitado a llevar a cabo lo que los escritos bíblicos consideran que haría Jesucristo, que básicamente dedicó su vida a ayudar a todo aquel que precisase su ayuda, a perdonar y ser misericordioso (aunque no lo parezca de pequeño fui a misa).

Por eso siempre me ha llamado la atención la brecha tan grande que hay entre el cielo (la fe) y el clero (la institución religiosa), dos conceptos que deberían ir a la par pero que nada tienen que ver. Nunca olvidaré una frase que repite a veces mi tía abuela a sus 92 años: "yo creo en Dios y en los santos, pero no en los curas y la iglesia". Es triste analizar el historial que tiene la iglesia católica, ya no solo mencionando a la santa inquisición, si no a día de hoy en muchos lugares persiguiendo y repudiando a colectivos de personas que simplemente son diferentes a lo que ellos consideran como "lo normal", y se olvidan por completo de esos valores que supuestamente promueve su fe.

Yo me considero una persona atea, aunque respeto las creencias de los demás, pero no así a instituciones que se basan en el odio y el rechazo para subsistir. Porque por mucho que lo nieguen, a día de hoy una parte muy importante de la iglesia no deja de ser una empresa privada manejada por señores conservadores que poco o nada se asemeja a la imagen que intentan vender de solidaridad, amor y respeto. ¿Cómo es posible que un microestado religioso como Ciudad del Vaticano tenga un patrimonio de más de mil millones de euros mientras millones de niños mueren de hambre? ¿No había que compartir toda la riqueza con los pobres y hacer todo lo posible y más por luchar contra el hambre en el mundo?

Creo que alabar de más a un Papa que solo se limitó a decir cosas que cualquier buena persona diría refleja lo lejos que sigue la iglesia católica de predicar con el ejemplo. Porque aunque la mona se vista de seda mona se queda, y una institución que lleva siglos sustentándose en las desigualdades aprovechándose de vender su fe casi como un producto de mercado no es precisamente buen ejemplo de humanidad y justicia social. Que cada quién crea en lo que considere, pero que lo haga siendo plenamente consciente de hasta qué punto la fe y la institución se contraponen.



martes, 15 de abril de 2025

Un pasito p'Alantre

En vista de que sois cuatro gatas y gatos quienes me leéis más a menudo (desde aquí os mando un abrazo gigantesco) hoy voy a hablaros de un tema personal del que normalmente no suelo dar explicaciones, pero me apetece hacerlo público porque es bueno hablar de los proyectos en los que te involucras y que forman parte de ti.

Hace unos meses decidí dar un paso y adentrarme de lleno en un proyecto político en el que hasta ese momento simplemente había colaborado de forma ocasional. A poco que me conozcáis sabréis que esto de la política no es nada nuevo para mi, con 20 años entré en la agrupación local de Izquierda Unida en Boñar, donde aún sigo echando un cable cuando puedo. El caso es que este nuevo partido me llamó la atención desde el principio. Defendía todas las posturas ideológicas con las que yo me identifico, y además la autonomía del País Llionés, algo que hasta ahora solo había defendido abiertamente UPL. No voy a entrar en detalles sobre este concepto, ya hablaremos de ello en otra ocasión.

En definitiva, que por primera vez encontraba un partido político con el que me sentía identificado casi por completo, y eso que soy bastante exigente en este aspecto. Después de darle muchas vueltas comprendí que si la montaña no iba a Mahoma, Mahoma tendría que ir a la montaña. O dicho de otro modo, que todos los años en los que me esforcé por intentar que IU se abriese a apoyar abiertamente la autonomía no habían servido de gran cosa, y que quizá debería aprovechar esas fuerzas para trabajar internamente en un partido que sí lo hacía, y no intentando cambiar de parecer a otro. Este cambio no fue muy complicado ya que nunca estuve afiliado a Izquierda Unida. El Abel de hace unos años consideraba que no debía afiliarse a un partido político con el que no estuviese de acuerdo en todo, y por aquel entonces creí que nunca sucedería, hasta que apareció Alantre.

A todo esto, y a pesar de todas las críticas constructivas que he hecho sobre Izquierda Unida, nunca jamás he dado de lado a mis compañeras ni lo haré a pesar de estar ahora en otro partido. Si entré en IU fue porque realmente creía que podría cambiar las cosas desde dentro, y sigo creyendo que hay gente muy buena y con mucho potencial en este partido. Pero se me hacía cuesta arriba asumir que las decisiones importantes de agrupaciones provinciales de un partido estatal tuviesen que tener el beneplácito de las sedes centralistas que no siempre saben ponerse en el lugar de quienes sufrimos a diario los problemas concretos de determinadas provincias. Aún así le debo mucho a Izquierda Unida y estoy muy agradecido, es un partido que al menos sabe cómo y cuándo hacer autocrítica, y eso es algo que no se ve a menudo en política.

Desde que estoy en Alantre siento como si formase parte de algo mucho más grande e importante, puedo ser yo mismo por completo, y todas las horas que dedico a trabajar conjuntamente con mis compañeras y compañeros merecen la pena. Es cierto que intentar impulsar un partido nuevo en un lugar que cada vez pierde más población parece una locura, pero siempre será mejor que quedarse esperando a que todo cambie sin hacer nada. Y si algún día esta andadura termina al menos tendré la satisfacción de haber podido poner mi granito de arena intentando hacer de este mundo un lugar mejor.

Nada de lo que os acabo de contar era secreto, pero me parecía oportuno aclarar las cosas y dar explicaciones sobre cómo me siento y por qué he tomado estas decisiones. Para mi la política es una parte fundamental de mi vida, aunque muchos piensen que lo único que quiero es vivir de ella (nada más lejos de la realidad). Pero nunca me conformé con intentar cambiar las cosas haciendo solamente algo tan simple como meter un papel en una urna. Ser parte activa del cambio no es fácil, y a menudo caes en contradicciones contigo mismo, pero si no luchamos por aquello en lo que creemos no nos queda nada, y yo personalmente no estoy dispuesto a darme por vencido.



martes, 8 de abril de 2025

El empresario arriesga y el obrero muere

En el año 2024 fallecieron en España 796 personas por accidente laboral. Setecientas noventa y seis vidas destrozadas, con nombre y apellidos, con seres queridos que no se imaginaban que su madre, hermano, tía o hijo iría a trabajar como cada día para no volver nunca más. De media más de dos personas pierden la vida cada día en su puesto de trabajo, en distintas provincias, diferentes puestos, y unas condiciones que en más de la mitad de los casos son excesivamente precarias.

Hace una semana cinco mineros murieron en una mina de Asturias por un accidente que aún se sigue investigando. Esta noticia conmocionó a miles de personas, sobre todo en la provincia de León (de donde eran los fallecidos) y en las cuencas mineras de Asturias, que desgraciadamente ya vieron morir a más paisanos en situaciones similares. Ahora es cuando la gente se pregunta "¿se podrían haber evitado todas estas muertes?". La respuesta es muy simple, sí. Llevo toda mi vida viendo cómo muchas empresas se mofan de los protocolos exhaustivos en materia de Prevención de Riesgos Laborales que deberían cumplir, y como es evidente unas cuántas no lo llevan a cabo. No entregar ropa adecuada a los empleados, no acondicionar el puesto de trabajo para que tenga unas condiciones mínimas de seguridad, o ignorar las reiteradas quejas de las trabajadoras que sufren daños en su centro de trabajo pueden parecer nimiedades, pero a muchas personas les ha costado la vida.

Hay un mantra que todo liberal económico que se precie repite sin cesar, "el empresario es el que arriesga". Ya no entramos en el debate de que poner el capital inicial no te da derecho a sangrar a tus empleados hasta exprimir la última gota de su plusvalía, es que no hay dinero en este planeta que valga más que una vida. Así que no, poner 60.000 euros para fundar una Sociedad Anónima no es más arriesgado que no proporcionar los EPI a obreros que trabajan a más de 20 metros de altura. Invertir en prevención salva vidas, pero no hacerlo le ahorra a la empresa un dinero extra que evidentemente no reinvertirá en aumentar el sueldo a quienes realmente lo arriesgan todo a cambio de un mínimo legal que a veces ni se cumple.

Si una muerte pudo haberse evitado significa que detrás de cada fallecido hay un responsable, un homicidio (seamos generosos y pensemos que es imprudente) que merece ser castigado. Los inspectores de trabajo llevan tiempo advirtiendo de que sus recursos son limitados, y la normativa demasiado laxa con quienes ponen en riesgo a diario la vida de sus empleados. Ojalá la seguridad laboral no fuese un lujo y nuestros derechos dejasen de ser papel mojado.

Un saludo personal y afectuoso para todas las personas que habéis perdido a algún ser querido en un accidente de trabajo. 



martes, 1 de abril de 2025

El marketing del miedo

Si sois medianamente avispadas os habréis dado cuenta de que a menudo los medios de comunicación (por llamarles de alguna forma) a la hora de dar una mala noticia tienden a exagerarla y a regodearse en el dolor y el sufrimiento. A mi algo que me impactó y me hizo apagar la televisión de golpe fue un telediario poniendo imágenes de la guerra en Ucrania con música dramática como si fuese una maldita película belicista. ¿A santo de qué todo un equipo técnico es capaz de pensar que es buena idea informar sobre la guerra de esa forman tan deshumanizante?

Pero esto no es ninguna novedad. Hace ya un tiempo que una noticia falsa, o al menos bastante adulterada, recorre todos los platós de informativos con un fin muy concreto y que ya no se molestan ni en disimular. Rara es la semana que no te hablan del problema de la ocupación en España, del peligro que supone que se te cuelen en casa, obviando el detalle de que nuestro ordenamiento jurídico establece que la morada es inviolable y que si ocupan tu vivienda habitual o incluso tu vivienda vacacional el desalojo será muy rápido. Lo que quiere decir que a la inmensa mayoría de españoles es improbable y casi imposible que le ocupen la casa, pero por lo que sea los medios de comunicación no se esfuerzan mucho en explicar esto con detalle. La guinda del pastel es cuando estas noticias vienen de la mano de un montón de publicidad de empresas de seguridad. ¡SORPRESA! Igual creías que era casualidad que por cada noticia exagerada que los medio distribuyen sobre ocupaciones una empresa de seguridad incrementase la presencia de sus anuncios en esas mismas franjas horarias. Pero no seamos malpensados, ¿cómo van a querer las televisiones privadas lucrarse con el sufrimiento y el miedo que causan en los habitantes?

Echo de menos el concepto de periodismo que se ceñía en contar los hechos, en dar la noticia, y no en vender un producto a base de manipular a la gente. Lo último es hablar del "kit de supervivencia de la UE" como algo necesario y que deberíamos tener a mano ya mismo por si la guerra nos pilla en calzoncillos dentro de unas horas, no sé a qué esperan para comprar todo lo indispensable antes del próximo telediario. También he leído noticias estos días que hablaban de "los búnkeres más seguros para refugiarse", aunque todos sabemos que si llegase el día los ricos y la gente con poder serían los primeros en refugiarse, a los pobres nos tocaría ir a pegar cuatro tiros a otros inocentes que también cumplen órdenes de gente rica que jamás se sacrificará por el resto.

Ahora en serio, esto es una llamada de atención urgente a todos los medios. Utilizar el miedo para vender exclusivas o hacer marketing de determinados productos es completamente inmoral y debería ser un delito. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza a todos esos pseudo periodistas que no han informado con rigor y veracidad en su vida. Y a ti lectora, espectador, oyente, no importa el medio por el que te mantengas informada, pero por favor sed plenamente conscientes de la diferencia entre lo que veis, oís y leéis, y la realidad. Igual si todos decidimos darle la espalda a ese marketing del miedo cambian un poco las cosas, aunque solo sea un poquito.