martes, 30 de septiembre de 2025

El doble por la mitad

"El término micromachismo hace referencia a pequeños actos, gestos, comentarios y actitudes machistas, a menudo imperceptibles e inconscientes, que refuerzan la supuesta inferioridad femenina y la dominación masculina en la vida cotidiana." Estoy seguro de que habéis oído hablar de esto más de una vez, y espero que como mínimo os haya hecho reflexionar más de diez segundos. Por desgracia muchos hombres consideran que este término es una gilipollez, los mismos que a diario tienen estas actitudes mientras dicen "¿pero cómo voy a ser yo machista si tengo madre?"

Para poner algunos ejemplos vamos a echar la vista un poco atrás. Durante la dictadura franquista la educación estuvo marcada por una ideología abiertamente misógina, que segregaba las escuelas por sexos separando a niñas y niños, rompiendo así con la educación mixta que promovía la Segunda República. El objetivo era educar a las niñas para que en un futuro fuesen buenas madres y esposas, y se les enseñaba en la escuela labores domésticas, al mismo tiempo que los niños aprendían matemáticas, ciencias y literatura (esta última muy limitada, ya que los libros de autores considerados "rojos" estaban prohibidos). Esto no significa que las chicas no pudiesen estudiar, pero es evidente que lo tenían mucho más difícil si querían hacer un bachiller, o incluso ir a la universidad. Para ellas los estudios eran algo secundario porque no debían descuidar su papel como sumisas al servicio de un hombre y, posteriormente, sus hijos.

Afortunadamente las cosas han cambiado bastante, pero no así los mimbres de esa misoginia que, si bien mucha gente no se atreve a mostrar tan a la ligera como antes, va dejando un rastro de comportamientos que no distan mucho de los pensamientos de antaño. Y es que por desgracia en muchos ámbitos sociales, y particularmente familiares, se sigue notando que muchas mujeres tienen que hacer el doble de esfuerzo para recibir la mitad de reconocimiento. Es tan fácil ser tachada de mala madre como que te alaben por ser un buen padre. Vamos de modernos y de que rompemos con los estereotipos de toda la vida y en los entornos más primarios parece que es imposible asumir que los cuidados no deben recaer siempre sobre las mujeres y que encargarte de tus hijos y las tareas del hogar no te hace menos hombre. Hemos normalizado considerar a una madre mala por no encargarse de al menos la mitad de los cuidados de sus hijos, mientras consideramos buen padre a un hombre que simplemente aprendió a cambiar pañales y lleva a sus hijos al colegio. 

Lo mismo ocurre en los entornos profesionales, donde parece que aún sigue penalizando el hecho de quedarse embarazada, donde la maternidad se sigue planteando como un problema a la hora de querer ascender en una empresa, mientras que la paternidad se percibe como algo que existe y no tiene la misma relevancia. En España no se llegaron a equiparar la baja por paternidad y maternidad hasta el año 2021, hace cuatro días como quien dice. Ya no hablamos de otro siglo, es que hace media década aún se percibía como normal que por el hecho de ser mujer tenías tú que trabajar menos tiempo para cuidar a los hijos, y no sus padres. Estamos hablando de que aún a día de hoy el porcentaje de mujeres que retrasan su crecimiento laboral para dedicarse a los cuidados, que reducen su jornada laboral por ello, o que incluso llegan a pedir excedencias, sigue siendo más alto que el de los hombres.

Lo peor es que incluso sabiendo todo esto aún hay gente que lo justifica diciendo cosas como que las madres tienen mayor instinto o que es normal porque en el vientre se crea un vínculo especial. Estamos hablando de cuidado y responsabilidades de personas adultas, de llegar a ser humanos funcionales que tienen la suficiente capacidad de raciocinio y empatía como para saber que no hay ni una sola tarea que esté destinada para un sexo concreto. Y hasta que no entendamos algo tan simple va a ser imposible evolucionar en una sociedad que va cambiando, pero no a la misma velocidad para todo el mundo.

En definitiva, que al igual que un vaso lleno de agua no es más que el conjunto de miles de gotas que han conseguido llenarlo, los micromachismos que a mucha gente le parecen tan insignificantes demuestran que efectivamente lo único micro que reside en ellos es el simple hecho de analizarlos individualmente, pero la misoginia se nutre del cúmulo de todos ellos.


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