martes, 30 de diciembre de 2025

Jesucristo era woke

El término woke hace referencia a un movimiento concienciado con las injusticias sociales y raciales, evolucionando hacia un activismo progresista duramente criticado por políticos y movimientos conservadores, sobre todo en Estados Unidos. Las personas woke cuestionan las normas de opresión de la sociedad contra colectivos vulnerables e históricamente perseguidos, mientras que sus detractores critican duramente que esta gente les señale por sus comportamientos racistas, machistas y homófobos. Lo curioso es que, según el libro más leído del mundo, hubo un señor hace dos mil años que basó su vida en defender a los colectivos vulnerables y al que adoran las mismas personas que ahora hacen justo lo contrario, Jesucristo.

Sin ser un servidor creyente ni religioso de ningún tipo, creo que la mayoría de personas estamos familiarizadas en mayor o menor medida con la figura de Jesucristo, ya sea en términos puramente religiosos, históricos e incluso filosóficos. A lo largo de la historia se ha estudiado con detenimiento la figura de este hombre, y si bien la parte de los milagros y las resurrecciones son algo que dejaré para la imaginación de los creyentes, expertos en historia y arqueología han afirmado que Jesús de Nazaret existió como predicador judío. Jesús era conocido por predicar el perdón, ayudar a los necesitados, amar al prójimo, e incluso también al enemigo. También abogaba por renunciar a los bienes materiales, que no eran necesarios en el Reino de Dios.

Además, Jesús también destacaba por ser especialmente considerado con las mujeres vulnerables y marginadas de la sociedad de la época, tales como viudas, pobres, enfermas, incluso adúlteras y prostitutas. Consideraba que todas ellas eran igual de dignas de estar en el Reino de Dios, incluso más que algunos sacerdotes que le criticaban duramente por acercarse a todo tipo de personas vulnerables. Más allá de la certeza de todos los relatos que narran los numerosos encuentros de Jesús con estas mujeres, lo cierto es que en aquella época el verdadero milagro es que un hombre, concretamente uno "de Dios", tratase con tanta semejanza y misericordia a estas mujeres, cuya situación en una sociedad tan patriarcal estaba condenada a la marginalidad.

Creo que después de esta breve introducción entenderéis mejor la hipocresía, o más bien las numerosas incongruencias, de quienes van a misa el domingo pero no son capaces de predicar con el ejemplo el resto de la semana. Organizaciones sociales y políticas que dicen ser católicas y al mismo tiempo se niegan a hacer algo tan básico como ayudar al prójimo, y sus actos giran en torno al odio hacia el diferente, con la excusa de que queremos acabar con la familia tradicional y cristiana. Ese Cristo que llevan colgado al cuello como buenos y falsos cristianos, es el mismo que ayudaría a los inmigrantes que ellos abandonan en la calle. El mismo que sería incapaz de ir a una clínica a acosar a mujeres, y que aceptaría a un homosexual tal como es en vez de permitir que existiesen terapias de "reconversión" que atentan contra su integridad física y mental.

Evidentemente todos los escritos religiosos son interpretables, y como dicen los más devotos ante encrucijadas en las que ellos mismos se meten, no hay que tomarse la Biblia al pie de la letra. Pero estoy completamente seguro de que si Jesucristo existiese hoy día le tacharían de woke, le dirían que él no es nadie para hablar en nombre de Dios, y que si tanto defiende a los menesterosos que les meta en su casa (algo que seguro no dudaría en hacer). Durante más de dos mil años se han sucedido decenas de guerras en nombre de dioses y religiones, millones de inocentes han sido asesinados, y algunos pueblos han visto reducidas sus ciudades a cenizas porque algunos líderes han interpretado esas religiones como les ha dado la gana.

No voy a criticar la fe de cada uno porque las creencias, religiosas o no, son algo personal. Pero las instituciones religiosas llevan mucho tiempo lucrándose en base a interpretaciones que escogen deliberadamente para beneficiar al poderoso, justo lo contrario de lo que predicaban algunos de los personajes más importantes como Jesucristo. La fe puede entrar en cualquier casa, tanto en una chabola como en el palacete de un obispo. La cuestión es, ¿hasta qué punto están dispuestos a mirar para otro lado mientras los poderosos que dicen hacer y deshacer en nombre de Dios ensanchan esa brecha de miseria e hipocresía?



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