martes, 3 de junio de 2025

Tus derechos, mi negocio

Ha comenzado el mes de junio, 30 días en los que por medio mundo (en el otro medio aún seguimos siendo ilegales) se celebran, conmemoran y reivindican actos en favor de los derechos del colectivo LGTBIQ+. Y, como cada año, las empresas más miserables lo apuestan todo al arcoiris porque no se pierden ni una fiesta. Esta práctica es comúnmente conocida como pinkwashing, que viene a hacer referencia a la estrategia de marketing que utilizan las empresas para sacar beneficios económicos de fingir que apoyan al colectivo u otras causas como la lucha feminista.

Así que si estáis pensando en comprar cualquier cosa que tenga que ver con el orgullo ni se os ocurra hacerlo a las grandes compañías. Buscad empresas locales, asociaciones y organizaciones que colaboren de verdad con causas relacionadas con el colectivo, porque muchas veces ese dinero va destinado a la propia asociación que lo vende, y no a una multinacional que solo se aprovecha de ello. Poner un logo con la bandera arcoíris no va a cambiar el hecho de que esas empresas estén ahora mismo financiando a conservadores que apoyan las terapias de reconversión, colaborando con el estado genocida de Israel, o que dependan en gran medida de financiación procedente de países donde ser una persona LGTBIQ+ es motivo de prisión e incluso pena de muerte.

El orgullo es un momento de reivindicación y lucha, no digo que no se puedan hacer celebraciones y fiestas también, pero que no estén financiadas por empresas cuya moral y ética se basa en colorear un logo durante un mes al año. Porque estoy muy cansado de ver en lo que algunas ciudades han convertido esta lucha, y parece que muchas personas han preferido que sus principios sean arrastrados por una corriente de dinero que luego recuperan con creces las marcas que han invertido para intentar limpiar un poco su imagen corporativa. 

A mi no me sirve de nada que alguien diga que me apoya si sus actos van encaminados a hacer justo lo contrario. Lo mismo ocurre con otros movimientos como el feminismo o las luchas antirracistas. ¿Para qué combatir las desigualdades si puedo lucrarme a su costa? Creo que esto lo he dicho en varios artículos, pero no es culpa mía vivir en un sistema capitalista que antepone el beneficio económico a cualquier derecho humano, así que no me voy a cansar de repetirlo aunque los reaccionarios digan que es un cliché.

Sin embargo, he de admitir que este año hay menos grandes marcas que se han sumado a la oleada de colorear su hipocresía, y ojalá fuese porque han recapacitado y asumido que se estaban aprovechando de un movimiento social para hacer caja. Pero lo cierto es que se debe al auge de los líderes conservadores, y ya no les interesa tanto fingir que nos apoyan cuando algunos de los presidentes más relevantes del mundo anuncian abiertamente que implementarán leyes que pretenden recortar derechos sociales en pos de la supremacía de su colectivo (el de la estupidez). Parece que vuelve a estar de moda apoyar a señores que nos recuerdan a aquellos fantoches con bigote de los años 40.

En definitiva, si realmente te importa la defensa de los derechos LGTBIQ+ no caigas en el marketing de estas empresas por un capricho consumista. Colabora con asociaciones y organizaciones cuya ética no esté supeditada a tu poder adquisitivo. Ya se ha desprestigiado bastante la imagen de nuestra lucha, es hora de actuar en consecuencia y no solo hablar de ello como algo banal que sabemos que ocurre pero dejamos que ocurra.


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