"Sin León no hubiera España, antes que Castilla leyes, concilios, fueros, y reyes dieron prestigio a León." Así comienza el himno de la ciudad de León, haciendo referencia a la importancia histórica de esta tierra en la historia de España. Esta canción ha sido utilizada por miles de leonesas y leoneses con motivo de orgullo en múltiples ocasiones, incluidas las movilizaciones por la autonomía de León. Pero, ¿hasta qué punto es contradictorio exigir una autonomía que nos fue negada arbitrariamente mientras nos orgullecemos de que el Estado español no sería nada sin León? Esta es quizá una de las reflexiones más complejas y polémicas que puedo hacer como leonés, pero me parece necesario ahondar en este tema si queremos que el movimiento de lucha por nuestra autonomía cobre mayor fuerza.
Hace unas semanas publiqué en este mismo blog un artículo hablando sobre los pueblos de León y de Castilla, haciendo hincapié en el hecho de que el problema de uno no es exclusivamente consecuencia del otro y viceversa. Hoy no solo me reafirmo y repito que la situación de León no es culpa de Castilla, si no que pretendo ir más allá. ¿Qué independencia política tiene Castilla como ente administrativo para ejercer ese poder en contra de la voluntad de la sociedad leonesa? Aquí el enemigo es otro, el mismo que sale en el himno de León y del que algunos se enorgullecen de ser súbditos, el estado español.
Precisamente Castilla fue fragmentada tras el 'régimen del 78', con un reparto autonómico perfectamente pactado por señores incluso de León (maldito sea el fascista de Martín Villa) para aupar a Madrid y ningunear la soberanía del País Leonés y su derecho a constituirse como Comunidad Autónoma independiente. La jugada les ha salido genial incluso cuatro décadas después, pues se han encargado bien de escurrir el bulto y fomentar el odio entre dos pueblos sin soberanía, mientras sus gentes siguen rindiendo pleitesía a un sentimiento identitario tan ficticio como otro pero culpable de su falta de autonomía.
Como leonés estoy muy cansado de la hipocresía de quienes con la bandera púrpura en alto gritan "puta Castilla" al mismo tiempo que se sienten orgullosos de ser españoles, cuando es precisamente ese orgullo, mezclado con cierta ignorancia, lo que les impide comprender que a León la tiene más sometida España que Castilla. Porque es más fácil caer en el tradicional discurso populista que pararse a reflexionar sobre el papel del País Leonés en un tablero territorial en el que nuestros políticos, los que los propios leoneses han elegido, van a mirar siempre más por lo que sus partidos con sede en Madrid digan (en nombre de España) que por las necesidades e intereses de la ciudadanía a la que supuestamente representan.
En definitiva, a mi me da exactamente igual que sin León no hubiera España, cuando esa España es la responsable con sus políticas territoriales de negarle a León un derecho constitucional que lleva reclamando desde que se constituyeron las comunidades autónomas. Y hasta que este mensaje no cale dentro del movimiento autonomista leonés mucho me temo que poco o nada conseguiremos avanzar con la causa.