Hoy se cumplen 50 años de la muerte de Francisco Franco y la posterior llegada de la democracia a nuestro país. Precisamente hace unos días la Casa Real llevó a cabo un acto de celebración por los 50 años de monarquía, lo que me invita a reflexionar sobre lo larga que se está haciendo esta transición.
Durante la guerra civil los nazis, aliados de Franco, bombardearon ciudades como Gernika y le ayudaron a ganar la guerra. Favor que se cobraron durante los años 40, cuando tras la Segunda Guerra Mundial muchos nazis se refugiaron en España al amparo de la dictadura. Cuarenta años de terror en los que las organizaciones internacionales no hicieron absolutamente nada por derrocar la dictadura fascista que vulneraba los derechos humanos. A Estados Unidos le convenía estar a buenas con Franco, porque en los años 50 se crearon varias bases militares (como la de Rota), con el objetivo de acercarse así al territorio del principal enemigo de los norteamericanos en ese momento, la URSS. Es decir, que si hubo algún atisbo de esperanza intentando acabar con la dictadura durante esos años, alguna que otra potencia mundial colaboró para que esa llama revolucionaria no se extendiese demasiado.
El 20 de noviembre de 1975 el dictador Francisco Franco moría en la cama. Jamás fue ajusticiado, nunca hubo una revolución que pudiese derrocar la dictadura, simplemente falleció el caudillo y se le enterró con todos los honores en un mausoleo. Después comenzó la transición, un proceso pseudodemocrático en el que se pasó de 40 años de régimen a una monarquía parlamentaria. Algunos creen que el fin de la transición llegó con la aprobación de la Constitución Española en 1978. Otros, sin embargo, consideramos que este proceso todavía sigue vigente, y que por desgracia aún no nos hemos desprendido de los escombros de la dictadura fascista.
Es imposible romper cualquier lazo con un régimen dictatorial si pasas de la noche a la mañana a llamar democracia a un sistema que sigue sustentando a los mismos jueces, militares, policías y políticos que durante décadas se dedicaron a cumplir las órdenes de un criminal. Pero si hay algo que deja patente que seguimos en la misma línea es sin duda la corona. Franco designó a Juan Carlos I como sucesor de la Jefatura de Estado en 1969, y hasta el día de hoy esta institución sigue encabezada por los Borbones, negando a la población española su legítimo derecho de poder elegir democráticamente quién ocupa ese lugar.
Cuando hablamos del "Régimen del 78" hacemos referencia a todas estas evidencias que demuestran que el sistema político bipartidista (el PP y el PSOE llevan décadas turnándose el gobierno de España) jamás ha puesto empeño por romper del todo con la dictadura, y hacer honor a la memoria democrática. ¿Por qué se nos impuso una monarquía parlamentaria? ¿Por qué los españoles no tienen derecho a conocer los archivos clasificados del CNI relacionados con el golpe de Estado del 23F? ¿Por qué nunca se renovó por completo el poder judicial rompiendo toda relación con los tribunales de la dictadura?
Francisco Franco habrá muerto hace 50 años, pero su legado sigue vivo y prácticamente intacto. Esta transición interminable solo llegará a su fin cuando los partidos políticos reconozcan todos sus errores y trabajen de verdad para construir una democracia plena y digna de ser considerada como tal. O en su defecto, cuando la presión social tome las calles para exigir un país más justo y democrático. Nos merecemos un cambio que vaya más allá de las victorias a cuenta gotas.
